La industria de las armas desde 1960
Eibar villa industrial de las armas |
Concluida la jornada escolar matutina, acudía con cierta frecuencia a la fábrica de escopetas Víctor Sarasqueta donde trabajaba mi padre, con la disculpa de hacerle compañía hasta que sonara la sirena que anunciaba las 12:30 del medio día y así poder ir juntos a casa, el pretexto me permitía alimentar mi curiosidad de lo que allí se hacia y de observar con perplejidad las diferentes operaciones que realizaban los trabajadores. No olvidaré aquel buen día en que mi padre me presento a Don Víctor Sarasqueta, hijo del fundador de la firma de su propio nombre, las palabras de aquel sabio hombre de aspecto afable causaba en mí un gran respeto y admiración, a pesar de que con el tiempo llegue a simpatizar con él.
Fabrica Víctor Sarasqueta en 1967 |
Pese
al tiempo transcurrido todavía recuerdo bastante bien aquella antigua fábrica ubicada en la calle de su propio nombre, prueba evidente de la importancia que la firma llego a tener en el ámbito social Eibarres. En la actualidad ya
casi no existe ningún vestigio que delate la existencia de aquel edificio, pero
la calle sigue manteniendo el mismo nombre. La fábrica, en su parte de talleres, era un edificio que constaba de sótano y dos plantas, con amplios ventanales que se extendían de Norte a Sur en una larga fachada orientada al Este por un lado y oculta a la vista al Oeste por el otro, la edificación de los talleres se adosaba a una edificación de cuatro plantas donde se ubicaban la sala de visitas, el despacho administrativo y las estancias de dirección, a su vez, el citado edificio "administrativo", se unía a la casa familiar de los Sarasqueta, un edificio de cinco plantas enclavado en sentido ascendente hacia la calle Estación, la fachada
principal orientada al Sur tenia un gran portón que daba acceso a un gran hall con
una doble puerta al frente, a la derecha, unas escaleras daban acceso a las estancias de visitas, administración y dirección. No puedo pasar sin renombrar la sala de visitas, que estaba ubicada en la primera planta, aquella bella estancia contaba con un lujoso mobiliario de oscura madera, un gran expositor ocupado por una lustrosa batería de escopetas y rifles, una vitrina con trofeos de plata, una serie de retratos entre los cuales destacaba el del Rey Alfonso XIII, y varias cabezas de animales disecados que colgaban de aquellas paredes de color verde pastel muy suave, los techos decorados con elegantes molduras de escayola y una gran lampara de cristales tallados, daban al lugar el aroma del glamour de la belle epoque.
Volviendo al holl, la puerta del frente, daba acceso a un pasillo por el cual se accedía al frente al taller de mecanizado, las máquinas estaban alineadas en dos largos pasillos en cuyo fondo se hallaba el almacén de básculas, piezas y cañones. Volviendo al citado pasillo, a la izquierda, unas escaleras daban acceso a la planta baja y segundo piso. En la planta baja se hallaba la maquinaría de mecanizado de madera y un almacén de culatas y guardamanos, desde ese lugar se podía acceder a un patio parcialmente cubierto cuya longitud abarcaba prácticamente la totalidad de la fachada orientada al Este y que era utilizado como área de carga y descarga de la fábrica, la entrada, un amplio portón de metal enrejado situado en la fachada Sur a la derecha de la puerta principal, cuya anchura permitía el acceso de camionetas de proveedores de material y envío de mercancías, a la derecha de esa misma zona oculto tras un largo tabique que se extendía paralela a la fachada Este, existía una galería de tiro utilizada para prueba de funcionamiento y regulado de baleo de Rifles express. En la planta superior o segundo piso, se hallaban distribuidos por secciones los artesanos basculeros, expulsoristas, culateros, grabadores y armadores.
Vista posterior de la fábrica desde la calle Estación, en la imagen se puede apreciar la parte de los talleres, el adosado edificio administrativo y la casa familiar |
Volviendo al holl, la puerta del frente, daba acceso a un pasillo por el cual se accedía al frente al taller de mecanizado, las máquinas estaban alineadas en dos largos pasillos en cuyo fondo se hallaba el almacén de básculas, piezas y cañones. Volviendo al citado pasillo, a la izquierda, unas escaleras daban acceso a la planta baja y segundo piso. En la planta baja se hallaba la maquinaría de mecanizado de madera y un almacén de culatas y guardamanos, desde ese lugar se podía acceder a un patio parcialmente cubierto cuya longitud abarcaba prácticamente la totalidad de la fachada orientada al Este y que era utilizado como área de carga y descarga de la fábrica, la entrada, un amplio portón de metal enrejado situado en la fachada Sur a la derecha de la puerta principal, cuya anchura permitía el acceso de camionetas de proveedores de material y envío de mercancías, a la derecha de esa misma zona oculto tras un largo tabique que se extendía paralela a la fachada Este, existía una galería de tiro utilizada para prueba de funcionamiento y regulado de baleo de Rifles express. En la planta superior o segundo piso, se hallaban distribuidos por secciones los artesanos basculeros, expulsoristas, culateros, grabadores y armadores.
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En las canchas de tiro de Arrate, Imanol Aranzabal (AYA), recibe trofeo de ganador de manos de Victor Sarasqueta en 1961 |
En las décadas de los 60 y 70 la competición de tiro deportivo, Pichón, Elice y Plato, gozaba de una amplia multitud de aficionados nacionales y extranjeros, y algunos fabricantes Eibarreses, hicieron gala de sus habilidades contando con escopetas de su propia fabricación.
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Aprendices de armería en la Escuela de Armería 1960 |
Edificio Laurona, moder nas instalaciones que desde 1970 albergó a esta empresa hasta finales de la década del 2000. |
Fernando Martín gerente de Armas Laurona acompañado de clientes extranjeros |
Casa de los Arizaga, con el taller de escopetas Gaspar Arizaga que ocupaba la planta baja, primer y segundo piso. Edificio ubicado en la calle Estación (Frente a la estación ferroviaria de Eibar) |
En la calle Errekatxu nº 5 se encontraba el taller de escopetas de Pedro Arrizabalaga
edificio típico Eibarres que compartía viviendas con talleres
Armas el Reno en Bidebarrieta 66 |
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Ángel Mazorriaga en su taller de Bidebarrieta |
En la planta baja de este edificio de viviendas de la calle Bidebarrieta se ubicaba el taller de Armas El Reno fabricante de escopetas paralelas de caza, tras su cierre a comienzos de la década de los 80 tomó su relevo Angel Mazorriaga donde hoy día sigue dedicándose a la reparación en general y a la producción artesanal de escopetas cuya marca continua siendo El Reno.
Taller de escopetas Ugarteburu |
Se cuenta que en la década de los 70, un grupo de industriales japoneses encabezado por un mandatario del gobierno Nipon visitó Eibar en una misión comercial que duró al rededor de una semana, venían atraídos por el interés de recabar información sobre las diferentes técnicas de producción utilizadas en la industria Eibarresa, entre los nombres que figuraban en la repleta agenda de visitas se encontraba Pavonados Carral, por lo visto, conocían la existencia de un afamado taller que pavonaba cañones con una técnica desconocida para ellos. Acompañados de un responsable municipal y varios cargos industriales de Eibar, acudieron al taller de Alejandro, uno de los acompañantes presento al grupo visitante y le explicó el interés de los japoneses por conocer la técnica y los componentes químicos que utilizaba para obtener el afamado pavón, Alejandro no puso aparente impedimento y echó a andar por el taller mientras explicaba las funciones previas al comienzo del tratamiento sin perder de vista a los japoneses que fotografiaban cada uno de los rincones y cubas del taller, finalmente llego el momento de la explicación sobre la obtención de la pócima, saco un frascos de cristal cuya etiqueta anunciaba que contenía ácido advirtiendo sobre la peligrosidad de la manipulación del producto, sobre una hoguera de carbón vegetal, puso una cuba y lleno de agua, esperó a que entrara en ebullición y fue vertiendo el ácido poco a poco mientras removía el líquido con un palo, y añadió unas palabras de observación diciendo... << hay que reducir el efecto del ácido llevándolo a un punto en que la corrosión pueda ser controlada >> al poco rato el liquido empezó a adquirir un color verde-azulado, miró al grupo y dijo... ahora es el momento de saber si la mezcla esta en su punto o no, los japoneses cámara en mano dieron un paso al frente observando perplejos que Alejandro introducía su dedo en la mezcla para acto seguido llevárselo a su boca, chupo el dedo y poco después escupió en el suelo, ya está, dijo, tiene el punto exacto de acidez, lo sé porque el sabor recuerda a vinagre de vino tinto, así es como se hace, no tiene más secreto, dijo sonriente, los visitantes no daba crédito a lo que acababan de ver, más tarde, tras una oportuna despedida, el grupo de visitantes salia del taller sin mediar palabra, perplejos y sorprendidos por la inesperada demostración que consideraban primitiva y muy peligrosa. Antes de partir para su país, fueron invitados a una celebración de despedida con las autoridades municipales, diversas personalidades y periodistas con los que tuvieron ocasión de expresar su agradecimiento por la ejemplar atención dispensada por los industriales Eibarreses, añadiendo, que la estancia resulto muy fructuosa y didáctica, contando con una salvedad que fue la visita al taller de Alejandro Carral, comentando la experiencia. La noticia tuvo tanta trascendencia que días más tarde un periodista acudió al taller de Carral para conocer los detalles de la visita del grupo Nipon, al día siguiente en la prensa se podía leer, Los japoneses querían saber como obtengo la pócima para pavonar los cañones, les explique que para saber que la mezcla estaba en su punto había que saborearla introduciendo un dedo en el liquido y probar su sabor, << LO QUE NO SABÍAN ELLOS ES QUE EL DEDO QUE INTRODUJE EN LA MEZCLA NO ERA EL MISMO QUE METÍ EN LA BOCA>>
Imagen de los talleres que existían en la calle Blas Etxeberria, frente a la conocida fabrica Eibarresa El Casco, y adosada pared con pared a la parte posterior del cine Coliseo. En la década de los 90 fueron demolidos para construir en su lugar un edificio de viviendas. En esta edificación existían varios talleres de pequeños fabricantes de escopetas, Armas Hiru, de Antonio Madariaga, que fabricaba varios modelos de escopetas paralelas. Adolfo Sarasqueta, que fabricaba escopetas mono-tiro, Pedro Irusta, con su taller de reparación de escopetas y los talleres de pavón Alejandro Carral, El taller de Urdanpileta, con sus tratamientos químicos (baños de oro y plata), José Maria Aranzadi, basculero expulsorista y Andres Izarzugaza, dedicado a la producción artesanal de poli-choques.
Pedro Irusta, consagró toda su vida al oficio de la armería, dedicandose a la reparación en general |
El Antiguo edificio AYA ubicado en la calle Vista Alegre, acogía a un gran numero de empleados, llegando a ser una de las empresas más grandes dedicada exclusivamente a la fabricación de escopetas paralelas y superpuestas. Hoy día el edificio, totalmente reformado, se conoce por el nombre de Portalea, donde aparte de pasar a ser un centro cultural es también entre otras, la actual sede del Museo de Armas.
Plantilla de grabadores
Un aparatoso incendio destruyó por completo la antigua fabrica de armas Belategui, que se encontraba en el número 4 de la calle Errekatxu de Eibar, en ese lugar se levanto un nuevo edificio cuyas plantas bajas eran locales industriales entre los que se encontraba el taller de Alberdi, que fabricaba llaves de mecanismo o pletinas. En el local a nivel de la calle, hoy día se encuentra la Cristalería Acha. Un portal más arriba en un segundo piso se encontraba el taller de Pedro Arrizabalaga que permaneció activo hasta que en octubre del 2012 se traslado al número 5 de la calle Morkaiko de Elgoibar.
La fabrica de escopetas Crucelegui Hermanos, ubicada en la calle Ibargun, aparte de fabricar sus propias escopetas también proveían de basculas y piezas a otros fabricantes de la competencia, que las consideraban de una gran calidad tanto por su mecanizado como por el acero empleado.
En el edificio contiguo (el de fachada más alta y oscura) se hallaban pequeños talleres auxiliares armeros entre los que hoy día solo subsiste el taller de Gil y Cía.
Vista de de un taller de escopetas en la década de los sesenta |
Campo de Tiro de Pichón Gudamendi - Monte Igeldo de San Sebastian
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Cartel de la época anunciando el IX Campeonato Mundial de Tiro de Pichón |
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Antiguas instalaciones del Banco Oficial de Armas de Fuego de Eibar |
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Urkizu emblemática fuente con alma armera
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Fuente de Urkizu en su ubicación original |
Avanzaba el año 1970, la fuente de Urkizu continuaba manando su preciada y fresca agua, los pinches (Recadistas) que en su mayoría eran jóvenes aprendices, acudían a proveerse de agua, formando cola con las típicas carretillas diseñadas para portar botijos (recipiente de barro cocido poroso, diseñado para beber y conservar fresca el agua) al objeto de que durante el trajín no resultasen dañadas y al mismo tiempo poder transportar un número de botijos suficiente como para abastecer las necesidades de una jornada laboral.
Aunque la fuente hoy día sigue existiendo, hacia mediados de la década de los 70 fue trasladada piedra a piedra a una nueva ubicación cerca de su anterior emplazamiento al que se le conoce con el nombre de Parque de Urkizu. Originalmente la fuente estuvo situada, empotrada en la fachada de la Forja Errasti, próxima al comienzo de la calle Iparragirre, que fue derribada, levantando en su lugar un edificio de viviendas, hoy día la estructura del pórtico carece del arco superior.
El pinche, así es como se llamaba a los jóvenes aprendices que a temprana edad optaban por aprender un oficio en lugar de continuar estudiando, en el tiempo en que se formaban en el oficio, recibían una compensación económica más bien simbólica, que iba incrementándose a medida que la producción y la calidad de los trabajos llegaba a los niveles exigidos, el tiempo de aprendizaje podía estimarse entre cuatro y seis años, durante los cuales debían realizar múltiples y variados trabajos.
La figura del pinche, se dispersaba por casi todas las fábricas y talleres de escopetas, en la mayoría de ellos eran muy apreciados, si bien es verdad que también tenían fama de pillos y pícaros.
Tras una reunión en la que tomaron parte varios fabricantes, un fabricante le decía a otro en su lengua natal, en euskera eibarres...<Gero bialdukojoat gure granu-jia behar ditxuan pi-esak irua-teko>, que traducido dice, ( Luego te envío a nuestro granuja para que te lleve las piezas que te hacen falta).
Estatua de bronce que representa a un pinche con dos botijos, que reposa junto a la fuente Urkizu, en su actual emplazamiento. |
Tras una reunión en la que tomaron parte varios fabricantes, un fabricante le decía a otro en su lengua natal, en euskera eibarres...<Gero bialdukojoat gure granu-jia behar ditxuan pi-esak irua-teko>, que traducido dice, ( Luego te envío a nuestro granuja para que te lleve las piezas que te hacen falta).
Vista del fronton viejo junto a las escuelas de Txaltxa Zelai |
En otra ocasión, recuerdo haber oído una graciosa historia.: El pinche de un taller de escopetas, equipado con una carretilla especialmente diseñada para el transporte de escopetas, acudió por la tarde al probadero (Banco Oficial de Pruebas de Armas de fuego de Eibar), para recoger las escopetas que llevó por la mañana para que fuesen sometidas a la prueba obligatoria de presiones, normalmente el tiempo del trayecto duraba entre 30 y 40 minutos como máximo, pero en esta ocasión la cosa se iba alargando más de lo normal, el encargado del taller se dirigió a uno de los operarios más jóvenes y le ordeno salir a buscar al pinche, argumentado, que era posible que en el trayecto se distrajera viendo jugar algún partido de pelota en el frontón viejo de Txaltxa Zelai, perdiendo la noción del tiempo., poco después el operario salia a buscar al joven aprendiz., pero la desesperación volvió a agotar la paciencia del encargado al ver que la tardanza se volvía insoportable, acto seguido el encargado se calzo los zapatos, cambió sus atuendos de trabajo y se dirigió al encuentro de ambos jóvenes, al llegar a las inmediaciones del frontón viejo, observo con sorpresa que la carretilla con las escopetas se encontraba arrinconada al final de la cancha, se acercó a un pequeño grupo de gente que animaba a los jugadores y asomando la cabeza entre los espectadores, vio a sus dos jóvenes empleados jugando un partido de pelota enfrentados en el empeño de ganar a dos duros rivales, los ánimos del hombre fueron calmándose a medida que el partido llegaba a su fin animando y aplaudiendo a sus chavales, finalmente, a la vista de tan emocionante partido, el encargado retó a los dos jóvenes a otra partida que echó por tierra sus prisas anteriores, pues regresaron al trabajo justo cuando se agotaba el horario de la jornada laboral.
Jóvenes pinches acuden con botijos para surtirse de agua a Ibarregurutz otra de las míticas fuentes de Eibar que da nombre a la calle donde se encuentra. |
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Andres Oñederra, de ARMAS ANCHU, inspecciona el mecanismo de un arcabuz |
Avancargas ANCHU
ANtonio CHUrruca
Fabricante Eibarres que se especializo en todo tipo de reproducciones de armas de retrocarga, de llave de rueda y de mecha, en la década de los 90 obtuvo importantes premios al conseguir altas puntuaciones de precisión con dos rifles de avancarga de cañón octogonal.
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Portada del catálogo de la década de 1.960
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Tres modelos de alta gama que delatan a este fabricante sus principios de calidad buen gusto e innovación |
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En estas imágenes vemos el taller de la también mítica firma Luis Arrizabalaga (kalbosua) que se encontraba al comienzo de la cuesta de la calle Pagaegi kalea de Eibar. |
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Muy buen artículo ilustrado de la Eibar armera.
ResponderEliminarEcho un tanto de menos alguna referencia a las carabinas de aire comprimido, de las que me consta que hubo varios fabricantes pioneros en el estado y, aun permanecen como los sucesores familiares de Martín Antón Bascaran "Cometa" y la continuación de Norberto Arizmendi con sus "Norica"
Pero entiendo que la historia de la industria armera de Eibar es tan extensa, que se puede escribir toda una enciclopedia haciendo referencia a la complejidad de esta villa guipuzcoana tan industrial como entrañable por sus folclores.